Afuera, una noche estrellada, fría y despoblada actuó de contexto para que unos pibes se juntaran. Adentro, Se Va El Camello presentó su primer disco, “Mil cumbias y rockanroles”, ante casi seiscientas personas que hicieron olvidar lo frío y desolado del exterior.
En los alrededores del club El Fortín (68 e/24y 25, atención bandas: ¿¡lugar nuevo!?), un barrio tranquilo miraba por las ventanas cómo distintos grupos se reunían a donde un foco brillaba e indicaba la puerta de entrada.
A las 02.00 AM del sábado 12 de Abril y después de que la murga Los Divorciados de la Mufa alentaran a la gente, los cinco camellos subieron a un escenario bien montado con dos torres de iluminación, las cuales a su lado contaban con cajas de sonido que estuvieron a la altura de las circunstancias.
De uno más (el barrio y la amistad), con el bajo bien rioplatense de Esteban Penovi , abrió el repertorio, avisando hacia donde iría el rumbo. Respetando el orden de las canciones del disco y sin interrupciones arribó Vamos llegando en donde un Chavo, que no pasaba los veinte años de edad, como la mayoría de los presentes, aportó desde la armónica el aire suficiente para darle fuerza final al tema.
Acaso los latidos se hicieron sentir en Corazón acelerado. La voz invitada de “Cocucha” de La Vieja Bis quiso darle al momento un espacio oscuro y , con aires algo ricoteros, cantaba... gran ritual de percepciones/que el pasado me robó/esa jirafa algo alocada de la nada apareció… .Con Desde el fondo se justificó la presencia de una pantalla que disparaba fotos a través de un cañón. Allí, en ese cuadrado blanco, el dibujo, que pertenece al arte de tapa de un chico tratando de encontrar la luz, le daba sentido a lo que acontecía en el escenario. Abajo, la ronda de gente se abría y cerraba en cuanto tema pudiera.
La mezcla de reggae, cuarteto, rock y candombe de Desbordar, hizo que la atención no se quitara de la proyección y un camello tridimensional con andar manso siguiera el tiempo del tema.Las historias de barrio no cesaban y son, sin duda, uno de los ejes de este grupo, que hasta en los temas nuevos como Vagón por vagón, una aproximación de rock ingles en sus guitarras, dijeron presentes.
Casi promediando el show llegó el momento más íntimo de la noche. Manu Rodríguez, solo y con acústica al pecho, se despachó con A tus vivencias empezando a transformar el estado de asombro inicial a una insinuación carismática hacia el público, que se reforzó con la versión cumbiera y respetuosa, ya con banda completa, de La rubia tarada.
Siguiendo la trama bailable y del juego de palabras en la poesía, tuvo un punto alto Saber que se va.Luego el atisbo de comportamientos ya extintos por parte del público del rock amagó con reaparecer en Pegaba más piola, pero el humo de color no llegó a esparcirse. La advertencia desde el escenario finiquitó cualquier especulación y lo que a esa altura ya era una fiesta, continuó, con los agradecimientos correspondientes.
El lazo indivisible que se va generando entre la gente y la banda, que tranquilamente podrían ser parte del público, se notó en, la muy platense canción, Diagonales, el mejor momento tanto arriba como abajo del escenario.
Una hora y cuarto alcanzó para que Se Va El Camello cuente, una vez más, las historias de barrio, noches, desamores y anécdotas, mostrando así oficialmente frente al propio público, su inicial trabajo discográfico. A las 03.15 AM los últimos acordes de ska del tema Murga dijeron basta, mientras que un trapo rezaba sobre el final de una frase: “Hagamos oídos sordos y escuchemos los ruidos… del silencio”
besito tomi
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